No hablen por encima del volumen de la tele, procurar que ésta siempre se mantenga en un volumen audible pero cómodo para hablar.
Evitar llamar a los niños desde otra habitación e intentar ir hasta dónde estén para que ellos puedan imitar ese hábito y evitar forzar la voz innecesariamente. Si no queda más remedio que llamar a alguien desde otro cuarto, intentar alargar el final de la palabra y contraer una parte del cuerpo (mano) para evitar que la tensión se centre en la laringe.
Intentar llevar una dieta saludable evitando chocolates, azúcares y excesos de grasas que alteran la mucosa laríngea.
Evitar tener a los niños en ambientes con humo o cerca de productos tóxicos como lejías o amoníacos que resecan e irritan la mucosa laríngea.
Cuidar la temperatura de casa y el grado de humedad (aire acondicionado o calefacción fuerte), para evitar la sequedad de las mucosas.
Tomar como hábito el descanso de entre 7 y 9 horas diarias.
Suprimir aquellos programas televisivos que puedan tener una tendencia agresiva, porque al fin y al cabo nos movemos por los medios de comunicación y a los niños les gusta tener un referente y si es agresivo, su tendencia será a mostrar un estilo comunicativo de sobreesfuerzo.
Dar un modelo vocal correcto a los niños, hablando pausadamente, vocalizando bien las palabras, respetando el turno de habla y en un volumen normal.